Roman orgy

Roman orgy
Gozar y hacer gozar.

martes, 9 de octubre de 2012

AMLO en la UNAM

Todo el mundo esperaba a ese líder cansado. Hasta yo, que últimamente me alejé de los eventos políticos en búsqueda de lo que llamo el ánimo liberal.

Por la tarde me acerqué a un tipo que se piensa como activista, es más viejo que yo pero es nuevo en la Universidad. Un día tomando pulque con aquel tipo me di cuenta de que era una necesidad vital lo que lo arrojaba al discurso marxista. Sin duda hoy que le hablé del ánimo liberal y del libro de Lipovetsky que leo, lo hice pensar en el por qué de su coraje político. Cuando su cara me dejó ver preocupación, le hablé de la manera en que Nietzsche escribía de los predicadores sin salud. ¡No tienen nada que darle al mundo! le dije. Pero no me referí a él directamente, son muchos los izquierdistas que olvidan su cuerpo.

Como el líder cansado que esperábamos todos; de noche. Una vez más estaba esperanzado con la oportunidad de que sucediera algo inédito entre toda la parafernalia del intolerante progresismo mexicano. Algún valiente formulando la pregunta correcta cuando los gritos callaran para tomar aliento. O hasta un momento bruto que hiciera florecer el consenso más hermoso. En cambio vi una mujer mayor totalmente desubicada cuando un grupo de estudiantes radicales (en el buen sentido de la expresión) decidió obsequiarle una nota periodística, a favor, a la derecha. -¡No es izquierda!- gritaban. Mientras los camarógrafos los enfocaban y el cronista mediocre escribía acerca de la división en las izquierdas.

Por otro lado un grupo más numeroso arropaba al -líder-, aunque sin mucha idea; ellos gritaban: ¡Presidente! ¡Presidente! Lo cual fue incómodamente paradójico, no tanto por que el ex candidato presidencial venga de dos derrotas electorales consecutivas como por las botellas de plástico que algunos jóvenes se atrevieron a lanzarle en esta antigua institución, donde también estudió alguna vez. Tenía que hacer algo, aprovechando el episodio esquizofrénico colectivo, corrí a cortarle el paso a ese auténtico caudillo de la mafia social-demócrata de nuestro país, que sin duda ha dado batalla a la narcopolítica priista y a la aventura cristera-entreguista del PAN. En el camino vociferé ¡Aquí se viene a dialogar! unas cuantas veces. Después de esquivar dos o tres empujones de parte de unos muchachos que me parece lo hacían por primera vez en su vida; llegué con el sujeto asediado y mientras tomaba su mano fugazmente dije, "La gente tiene dudas, ven a dialogar, no a enfrentarnos". Por supuesto a él no le interesaba escucharme, finalmente es un tipo algo poderoso, pero unas cuantas personas me escucharon y a ellas les estaba hablando.

El evento terminó, los amantes de la normalidad a su rueda de obsolescencias, los ideólogos compulsivos a rumiar. Yo crucé la facultad hacia donde se junta un puñado de gente agradable, que en ese momento fumaba un poco de mariguana, por que nadie traía mucha, y creaban algo de música. Conté mi historia, me compartieron de su placer y siguieron las notas musicales una tras otra... Ahí todos sabíamos escuchar.